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Yolanda Bedregal
OBRA - POESIA - DEL MAR Y LA CENIZA

DEL MAR Y LA CENIZA (1957)

FUGA
ENTRE SOLEMNO Y SCHERZANDO

I

¡Cómo te ríes del mar, hermano loco!
Tu carcajada es más potente
que el rugir del océano;
llena el día, rebota a mi pecho
y, desde el mío, en otro y otro,
como olas que se persiguen.

¡Ríe del mar, hermano! ¿Qué podemos
hacer? Tú viajas en tercera,
¡Ríete del mar!
Tus ojos sin permiso, escapan de sus cuencas
a pasear sobre el agua;
no se hunden; son salvavidas
de lo en ti naufragado.
Son islas vivas de tu mar muerto.
¡Camina sobre el mar!

¡Cuán poco nos separa
tan profundamente!
Somos todos manzanas del mismo árbol.
A ti, por fruta delicada,
Te ha mordido primero la serpiente.
Estás inmunizado de podrirte.

Nosotros, los cuerdos, normales, satisfechos
(tan feas suenan estas palabras, ¡qué asco!)
llevamos el veneno de la razón
y hemos de ir cayendo antes que tú en el pozo
para tornarnos humus
que alimente otras locuras.

Tú viajas en tercera, camarada,
¡cántale al mar, cántale al mar!
Para escucharte tiene un enorme caracol:
el hombre sólo tiene una oreja limitada
que no alcanza a la voz de las hormigas
ni tampoco a la canción del universo.

A ti el agua te escucha, te mira su ojo azul;
son tuyos su alegría y su dolor.
A ti te entiende el mar.

II

Tienes un vigilante en la cubierta; ¡claro!
no debes asustar a los viajeros
con tu gesto incoherente. No comprenden
que a ti, por sensitivo, te mordió la serpiente
antes que a ellos.
Un vigilante cuerdo -¡pobre tonto!-
¿sabe el acaso de tu mundo sumergido
entre boscaje encarnado de corales
mientras brotaban perlas tus dolores?

Tu vigilante ignora psicoanálisis;
no puede hurgarte el alma. (Menos mal.)
Como vas en tercera,
el médico de abordo está tranquilo.

¡Qué suerte para ti! Dame la mano,
descuida al marinero; el cielo es buen guardián,
¡vamos al mar!

¡Cuán poco es el matiz en el abismo!
El que no es loco, es tonto.
En la popa es tercera;
Aquí, primera.
Un barrote de hierro,
y está hecha la línea divisoria.

Yo te pido perdón.
Juguemos con el mar, amigo loco.

III

Cuando te dan, aislado, la comida,
en plato de aluminio y sin cuchillo,
pienso que a mí me atiende un camarero
- pechera almidonada y reverencia –
y me avergüenzo, (aunque me gusta el camarero)
de que no estemos en la misma mesa
tú y yo.
Me sabe amargo pan no compartido
por igual con toda la humanidad.

Hermano, te propongo:
¡Invitemos al mar para la cena!
Todo al mismo nivel, disfrutaremos
tu embriaguez y la mía confundidas;
tendremos un ofertorio de amapolas
con tu abierta locura y mi locura presa.

Eres más libre tú. Sin inhibiciones ni mentira.
Beberemos el cielo haciendo copa
de nuestras manos juntas; mascaremos nubes,
fumaremos el palo mayor al fulgor de Aldebarán,
haremos cenicero del timón.

Me vestiré de gala con la capa
de mi cabello suelto y un cinturón de luna.
Tú, hermano loco, no vistas etiqueta
ni uses en la solapa silogismo ni paradoja.
Orión sobre tu pecho ha de bastar.
Estando en entrepuente, podemos ser sinceros.

Juan llamaremos al mar.
Yo, María; tú, Pedro.
¡Qué bien vamos a estar para la cena!
Por fin diremos la verdad.

Vendrá el mar con nosotros
Llegaremos a puerto mucho antes.
¡Invitemos al mar! Tú viajas en tercera.
¡Ríete del mar! ¡Riamos con el mar!
¡Salud, hermano!